domingo, 26 de octubre de 2008

Cuentito

Bueno, pues este cuento fue escrito por mí, aunque tomando ideas de todos los de mi salón, bueno, equipo. Sí, fue para una clase y salió medio feo al principio pero creo que quedó bastante decente.

El final es muy precipitado, pero ya llevaba mil horas escribiéndolo, no porque no quedara bien, sino porque no me convencía. Pensaba ponerle un mejor final para que no fuera tan de golpe, pero bah! perdía la "escencia"... ok no....

¿Qué me pasa?: Me enamoré de un zombie.

La lluvia helada en la mañana, la niebla que impidió mi llegada a la primera clase, el examen de ese día, el sol que quemaba la cara cuando regresaba a casa, señoras locas gritando por todos lados, el tránsito terrible en la vía principal; había sido un día difícil.

En cuanto llegué a mi casa me quité los zapatos, cosa que siempre hago esté cansada o no, y corrí a la cocina para tomar algo del refrigerador pues literalmente moría de hambre. Al abrirlo observé que no había nada: “¡Maldita sea! otra vez mi hermano se acabó todo”. Salí enojadísima de la cocina; agarré mis llaves de la mesa; grité unas cuantas maldiciones al irresponsable de mi hermano; me puse los zapatos de nuevo y salí enojada de la casa; necesitaba algo de comer.

Una hora después ya había comido. Sin ganas de regresar a mi casa, me puse a caminar por ahí sin rumbo alguno. Anduve un buen rato, y empezaba a oscurecer cuando me di cuenta que unos metros más adelante había algo: la silueta, de lo que asumí, era una persona. Me sentí asustada; generalmente no hay nadie por ahí a esa hora. La persona se estaba dirigiendo hacia mí y yo no sabía qué hacer, el miedo que tenía era mucho: mi cerebro se bloqueó. Me quedé pasmada unos segundos hasta que la tenebrosa persona estaba más cerca de lo que me habría gustado que estuviera. Descubrí que era un él, y al observarlo, me di cuenta que no era como todas las personas a las que estoy acostumbrada a ver: tenía los ojos desorbitados y de diferente color cada uno; cabello en mechones irregulares, con algunas partes de su cráneo visibles; su ropa se veía nueva, sin embargo, estaba raída y sucia; pero, ¿qué fue lo que más me gustó?: Su olor. Un olor, maravilloso para mí, desagradable para los demás; que me resultaba tan nuevo pero tan familiar a la vez; el olor de un zombie.

Me miró fijamente y dijo: “Te vi de lejos, y no pude evitar venir hasta acá para preguntar tu nombre”. Yo estaba que me derretía, las palabras no me salían y mis piernas y manos temblaban como gelatinas mal cuajadas; como pude respondí: “Adosovela, ¿y tú?”

Pasamos horas platicando, Hebawanope, el zombie; me contó que su estancia en mi planeta sería corta ya que no estaba en su itinerario de viaje y la situación que lo obligó a afrinizar fue la descompostura que había sufrido su nave: se le habían atascado los limpiadores. Esto, a ojos de los terrícolas, puede parecer sin importancia; sin embargo en Friniz, en todos los demás planetas, así como a los ojos del Concejo Intergaláctico Supremo; este es un problema bastante serio; la niebla intergaláctica es terriblemente peligrosa, y los limpiadores son esenciales para la visibilidad y el buen funcionamiento del vehículo.

Maravillada con su elocuencia, no me di cuenta que ya era muy tarde y tenía que irme, pues al día siguiente debía ir a la escuela. Despedirme fue muy difícil porque sabía que no lo volvería a ver nunca más.
Hace casi un mes que pasó esto y sigo pensando en el zombie cautivador todos los días: su mirada, su cara, sus manos, su aroma.





canción recomendada:Come on -Zombina and the skeletones (seguro eso es lo que escuchaba Hebawanope)

1 pingüinitos han dicho:

Cool Acid dijo...

Yo tambien amo a los zombies... Hagamos un club.