Desde la azotea en la casa del Pueblito. |
-¡Morita!
¡Andrés se acerca a toda velocidad y Mora para la oreja! El niño fue a decirle a sus amigos que ya no quería jugar y se dirige hacia nosotras. Se acercó a la perra y la acarició muuucho tiempo mientras platicábamos. Entre otras cosas, me contó de dos perros que tuvo y cómo lloró cuando se los llevaron, también me explicó -muy serio- la razón por la cual los perros comen pasto. Entre la platica salió a relucir que en su casa había una perrita que se llama Candy. Candy es un chihuahua que les regalaron cuando tenía 2 meses y no sale mucho a la calle.Decidió ir por ella a su casa y corrió a toda velocidad. Regresó acompañado de una minúscula criatura casi del tamaño de una paloma. Me fui acercando poco a poco mientras Candy me miraba emocionada sin saber qué hacer, la toqué y se puso loca, buena onda loca. La verdad para ser un chihuahua es bastante amable y nada neurótica, hizo migas con Mora y jugaron a perseguirse, nos pusimos a jugar con ellas. Estuvo divertido.
Me llama la atención la facilidad con la que hablo con Andrés, tiene como 8 años, me habla de usted y dice las cosas con la frescura característica que tiene la infancia. No sé, los temas salen y no se siente "esa" incomodidad en el silencio entre dos adultos que se están conociendo.
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