domingo, 13 de enero de 2008

Odio mi microondas!(cuento corto)

preámbulo: la chica es paleontóloga y le gusta mucho la historia del mundo, sin mencionar que su gran pasión es la pintura.

Acababa de tener un mal día en el trabajo, lo único que esperaba era el momento de salir del museo y del control de mi absurdo jefe, ¡y es que es nefasto! no sabe nada de lo que hacemos, pero siempre nos está presionando; que así no le gusta, que no debe ir ahí, que vamos muy lento, y toda clase de estupideces de un jefe que no sabe nada de lo que el subordinado hace.

Sabía que me esperaba mi casa, con su sillón de piel, tan cómodo como siempre, cuánto deseaba estar ahí y ver una película en la tranquilidad de el quinto piso en el que vivía, cosa que estaría siendo de no ser porque el psicópata de mi jefe nos había llamado a Adrián y a mí para hacer la relación de las cosas que habían llegado durante el mes. Como si no lo pudiera hacer cualquier persona, tenía que llamarnos a nosotros y arruinarnos nuestro día de descanso. Adrián siempre decía.

-¡No estudié paleontología para acabar capturando datos!

Yo no decía nada.

Eran más de las 10 de la noche cuando por fin terminamos, yo salí de la sala y corrí al estacionamiento, abrí la puerta de mi Escort azul, y entré, tomé unos segundos para respirar profundamente y lo encendí.

Subí las escaleras con menos ganas que con las que capturabamos los últimos dos "elementos nuevos" como solía llamarlos el jefe, pero al fin llegué. Abrí la puerta y Mac, mi hermoso schauzer gigante negro, me dio una efusiva bienvenida, le acaricié la cabeza y me tumbé en el sillón de mi sala.... Ahhhh mi casa, qué tranquila es, pensé. Cerré los ojos por un instante y después me dirigí a la cocina, pues me disponía a ver mi película favorita y a comer unas deliciosas palomitas.

Saqué las palomitas de la envoltura de celofán y las metí al microondas, en lo que estaban listas salí a poner todo listo para ver la película. El horno sonó y yo fui a la cocina a sacarlas, olía delicioso. Abrí el paquete para vaciarlas en un recipiente y al momento de servirlas... ¡Estaban quemadas más de la mitad!

No podía ser ya era demasiado, y ya eran demasiadas veces que el microondas me lo hací y yo no podía tolerar una traición de ese grado, lo desconecté y lo saqué a la puerta, donde al día siguiente la basura pasaría por el.

Como ya no tenía horno y me negaba a no comer mis palomas, al final quedamos mi sillón, mi perro, mis palomitas quemadas y yo....