viernes, 5 de febrero de 2016

Mora

Domingo equis 7 pm. Vamos circulando por el carril de alta (as usual) en la Av. 608. A lo lejos (no tan tan lejos) vemos un barullo de coches, entre coches alcanzamos a ver un perro. ¡¡Oh noo!! Creo que eso fue lo que dije. Poco a poco todos los autos de los carriles centrales de la vía se detienen. Para esto nosotros ya estamos en primera fila. La calle es de dos sentidos, dividida al centro por un muro sobre el cual, unos metros más arriba, pasa el metro. Nos orillamos junto con otros 2 autos. El perro salta al otro lado (después me enteré que el salto fue motivado por un motociclista que intentaba hacer que el perro fuera hacia el lado seguro de la calle). 
"Vámonos, no podemos hacer nada". Javier no me escucha y detiene el coche, intermitentes puestas. Otros coches reanudan su marcha. Quedamos 3 coches detenidos en el carril de alta, sin conductores pues todos bajaron de los vehículos y cruzaron la avenida sobre el camellón. Yo estaba en el auto pensando tortuosamente en los coches que estaban comenzando a pitar desesperadamente, moví las manos en el aire pidiéndoles que se desviarán y continuaran por los carriles libres. Seguro creyeron que chocamos. No veía nada. De pronto, los tres conductores, Javier entre ellos, suben de nuevo al camellón cargando al perro. Pude ver que tenía la pata delantera rota pues estaba colgando de una forma poco natural. Dejaron al perro en el camellón y me acerqué un poco para reunirme con ellos. "¿qué hacemos?" "Tenemos que salir de la avenida y pensar bien" "¿Sigue vivo?" "Creo que sí" "¿Cómo nos lo llevamos?"...
Total que terminamos ofreciendo nuestra cajuela para su transporte. En ese momento pensé "ya valió, nos vamos a tener que hacer cargo nosotros. ¿qué hicimos?" En mi mente se arremolinaba mi situación, sin empleo, con poco tiempo disponible en la ciudad y un viaje a la vuelta de la esquina. Subimos al perro, que estaba en shock, a la cajuela. Javier tenía una mancha de sangre muy grande en el pantalón y como el color era tenue supusimos que era orina con sangre. Liderando la caravana nos detuvimos en la lateral unos metros más adelante. Todos intentábamos conseguir ayuda por medios móviles. Yo no tenía celular y les tuve que pedir a los chicos el suyo para escribir...¿pero a quién? María. Pensé en ella porque la conozco de patapirata, la organización con la que adopté a Padme. 
Buscamos en los alrededores de la colonia por una veterinaria abierta a esas horas en el peor día, domingo. Anduvimos dando vueltas y dimos con una clínica "24 horas" que estaba a punto de cerrar. La doctora iba saliendo del lugar y la abordamos pidiéndole ayuda. Seguíamos juntos todos, para ese momento ya conocíamos los nombres de todos: Abraham, venía en un coche pequeño con su perro; Vero y Julio que iban a recoger ropa a casa de este último y nosotros dos, todos de aproximadamente la misma edad. 
La "doctora" se acercó al coche y vio a la perra, le dijimos que la habían atropellado . Cuando la vio dijo que no la habían atropellado sino mordido... nosotros con cara de ¿es en serio?. Le contamos lo sucedido, aclaramos que estaba en shock y tenía una pata rota. Nos dijo que eso era para cirugía dándonos la tarjeta de una veterinaria barata y buena. Se fue. Todos quedamos en buscar opciones baratas para llevarla, acordamos estar en contacto y cada quien se fue a su casa. Julio y Vero nos dieron $400 para gastos. Nosotros nos quedamos con el dinero en la mano, el perro en la cajuela y mil preguntas en la cabeza. 
Ya en casa de Javier, hice varias llamadas y obtuve el teléfono de un veterinario en Coapa al cual contacté y conté un poco la situación. Él me dijo que tenía que buscar atención inmediata para descartar alguna hemorragia interna. María me dijo que hiciera lo que estuviera a mi alcance. Le hablé de nuevo al doctor diciéndole que no podía llevarla a ningún lado por esa noche (11pm), que la llevaría al día siguiente. Entre otras cosas, me dijo que había que sacar una placa ($800), más la consulta, más las medicinas, más la cirugía que seguro necesitaba. FUCK. Por suerte los papás estaban de viaje y no tendríamos que lidiar con darles la noticia del nuevo inquilino sino hasta después.
Me fui a la cama y el perro lloraba, lo último que pensé antes de quedarme dormida fue "¿en qué nos metimos?, no podemos".  Soñé con lo que acababa de pasar. A la mañana siguiente desperté y bajé a ver cómo estaba todo. Lo primero que vi fueron manchas enormes de sangre en el suelo, además no estaba donde lo habíamos dejado en la noche. Cuando lo vi, estaba en medio del patio en el suelo con la pata en una posición muy desagradable para mí, pero se movía, respiraba y se movía. Lo regresé a la cama improvisada y tapé de nuevo. No me acuerdo cuando fue que nos dimos cuenta que era perra. 
A las 8 am marcamos al teléfono en la tarjeta que la "doctora" esa nos dió. Nos dijeron que la consulta costaba $120 y las placas $400. Respiramos un poco. Quedamos de llevarla a las 10 que era cuando ya estaba ahí el doctor. Cuando llegamos a la clínica había ya muchas personas esperando. Era un hospital mediano cuyos precios accesibles  hacían que hubiera mucha mucha gente. Tomamos un turno y esperamos desesperados. Me acerqué a donde estaban los médicos y le conté la situación a uno de ellos que despreocupadamente pasaba por ahí. Era uno de esos doctores súper jóvenes como los que hacían prácticas en la veterinaria de mi tío (mi tío murió y por eso no la lleve ahí). Nos preguntó dónde estaba la perra y salió inmediatamente a verla. Regresó por una camilla y la metimos a la clínica. Checo su temperatura y nos dijo que tenía hipotermia. Llamó al jefe, quien no había llegado aún, para ver qué hacer. El jefe dijo que quería verla personalmente. Mientras esperábamos vimos cómo vacunaban a un cuyo y le ponían suero a un golden cuya familia no paraba de llorar. Al verlos sentí horrible y las lágrimas casi se me salen. Tuve que voltearme para no unirme (más)a la lloradera.
Tomaron radiografías y revisaron, el resultado fue el húmero roto. Había que poner una placa o un clavo. La operación más los gastos postoperatorios daban un flamante resultado de $4200, la otra opción era dormirla. Informamos de esto a todos los demás. Abraham nunca contestó. Julio y Vero nos dijeron que había que hacer cooperacha, nos dieron esperanzas diciéndonos que no iba a ser tan difícil reunir el dinero.
Hablamos con los papás de Javier, queríamos una segunda opinión. El papá de Javier afila cuchillas para veterinarias. Cuando le contamos lo sucedido, hizo algunas llamadas y concertó una cita con un veterinario "El mejor que conozco, ya hablé con él y le dije que la recogieron, se va a rifar". Llevamos las placas y nos dio el veredicto: $3200 con todo y placas, gastos postoperatiorios, medicinas, estancia, consultas posteriores a la operación y demás cosillas que surgieran. Respiramos un poco, para esto ya había pasado una semana, la perra casi ni se movía y había que darle de comer y beber con una jeringa. La llevamos a la clínica en martes y el viernes fuimos por ella. Cuando la vimos estaba dentro de una transportadora. Entré para sacarla pero estaba un poco desconcertada así que me gruñó un poco. Le hablé bonito y entre jalones accedió a salir. Fue la primera vez que la vi caminar, chueco pero caminaba. El doctor se sorprendió tanto que hasta le tomó video. 
Ha pasado más de un mes y hemos decidido quedarnos a vivir con ella. No quería que esto pasara, o tal vez sí. Hablamos con los papás de Jav y accedieron a cuidarla mientras estemos de viaje. Ellos también se enamoraron ¿quién no? Es hermosa, súper lista y muy agradecida. Pudimos cambiarle la vida y ella nos paga con amor infinito, no necesito más. 






Ella es Mora, se llama así porque según un amigo, somos cocineros y debíamos ponerle el nombre de un platillo o algo por el estilo, además pensamos otros 800 nombres y ninguno le quedó. Gracias a todos los que donaron y ayudaron de alguna manera. Gracias por sus buenos deseos. Gracias infinitas por todo.

PD. Felicidades a Julio y Vero por su próxima boda :D

canción recomendada: Medicine - Rising Appalachia