viernes, 25 de septiembre de 2015

Camino

 
No sé si es desde siempre o desde hace mucho tiempo, pero siento que no embono en ningún lado. No me es que me sienta incómoda o mal todo el tiempo,  no son las personas que me rodean; de hecho me la paso muy bien si estoy acompañada. Soy muy sociable y me encanta conocer personas., hablar y escuchar seres humanos que no tiene mucho que conozco, Además, agárrense que una vez que empiezo no hay quien me pare. Tampoco quiere decir que no pueda estar con amigos de años, aquellos con los que compartí muchísimo hace ya algunos ayeres (sí, es frase de profe). No niego que a veces sea difícil encontrar de qué hablar con ellos debido al tiempo que hemos estado separados, pero como son amigos, el silencio nunca es incómodo, más bien; reconfortante.

Soy maíz
Soy diferente a los que me rodean, siempre está en mí esa necesidad de moverme, de no quedarme en ese lugar, de conocer un lugar distinto y empezar todo de nuevo. Ver dónde voy a trabajar, a quién voy a conocer, cuál va a ser el súper al que voy a ir, etc. Estudié Gastronomía, 4 años de mi vida en la universidad. Me gustó, no puedo negarlo, pero es porque estudiar me gusta, me gusta aprender y razonar, asimilar y discutir.  Creo que si hubiera estudiado otra cosa lo habría disfrutado igual. Con el paso del tiempo, y más últimamente siento que ese dogma impuesto en nuestra sociedad de "tener que estudiar algo para después tener un título y luego ejercer de lo que estudiaste" esta mal.

Mi mamá me dijo desde muy pequeña que uno tiene que hacer lo que le hace feliz. ¿Cómo voy a saber qué me hace feliz? ¿Lo que me llena? ¿Cómo voy a saberlo a los 18 años, cuando mi vida es un ir y venir entre inconformidad conmigo misma y con los que me rodean, cuando todavía no me entra en la cabeza que "Lo que estudies va a ser para toda la vida"?

Ahora pienso en lo que estudié y siento que tal vez no es lo que me llena completamente, no es lo que me hace extremadamente feliz o me apasiona. No estoy diciendo que no lo disfrute, porque lo hago y a veces mucho. Me gusta trabajar en el restaurante y más aún ver la cara de cada comensal al probar algo que Yo le preparé. Y es que la cara tras el primer bocado lo dice todo. Lo que no me gusta es lo explotado que está el trabajo. Estar 6 días a la semana en el restaurante no está padre, no por el tiempo que pase allá si no por el tiempo que no tengo libre. Soy de hacer mil y un cosas, pensar todo el día en proyectos nuevos y demás y me choca tener tan poco tiempo libre, un sólo día no alcanza. Supongo que por eso renuncio cada x tiempo, vacaciono por uno o dos meses y NO TRABAJO EN TEMPORADA ALTA que es cuando los dueños de los lugares se olvidan que somos seres humanos, suspenden los descansos y aumentan las jornadas de trabajo; eso dura dos meses. PASO

Yo espero que alguna vez encuentre mi "trabajo ideal" aquel que me llene y no me importe trabajar jornadas largas. Pienso que tiene que ser un lugar mío, uno donde sea yo la que manda, algo pequeño, no muy ostentoso. Pero en lo que llega el momento de "establecerme" quiero ver todo lo que me rodea, aprender, viajar y gozar mis años mozos jajaja.

canción recomendada: Llamarada - Casa Verde Colectivo 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Despedidas.

Desde hace como 2 años (o tal vez más) ya no vivo en la Ciudad de México. Escapé de su caos y su stress. Desde entonces no he vivido en un sólo lugar, me mantengo seminómada de aquí para allá entre trabajo y vacaciones. Ahora las despedidas se han vuelto una constante en mi vida, no son dolorosas, me gustan, hacen que me sienta querida. 

La primera vez que dejé la Ciudad fui a Costa Rica fueron 3 meses, no era la opción principal, más bien fue un plan B que nunca fue tan tomado en cuenta y es que el plan original era ir a Canadá pero me negaron la visa argumentando que mi historial de viajes y el hecho que no tenía nada que me atase a México harían que seguramente no saliera de ese país (FUCK YOU CANADA! Yo sólo quería ver a mi hermano). Cabe destacar que mi historial de países visitados no es muy extenso pero en todos los viajes que he hecho he regresado a México y sin duda mi intención no era quedarme en Canadá pero bueno, como diría la famosa nana de los comerciales, esa es otra historia. 
Cataratas de Nauyaca, Costa Rica

Después de esos tres maravillosos meses costarricences, de conocer ese país tan hermoso y "verde" que no tiene ejército pero sí muchísimos parque nacionales, regresé al D.F. sólo para cambiar mi mochila, empacar mi cuchillos y uniforme para irme a Campeche a trabajar en un campamento de cacería, sí cacería. El campamento es del tío de mi novio y al principio tuve un dilema moral, yo tan animalista yendo a un lugar de muerte. Se cazaba pavo de monte y venado temazate (Gracias al cielo esa temporada sólo "cayeron" 2 venados, cabe destacar que cuando vi el primero casi lloro). En el lugar se tienen reglas estrictas para la cacería no pueden matar hembras ni jóvenes. Aún así yo nunca lo haría. Pero no he de negar que la carne del pavo está deliciosa y la del venado, ni se diga. Total que estuve en Campeche tres meses que duró la temporada y otro mes vagando de cenote en cenote en Yucatán.   Regresé de nuevo al D.F., saludé a los amigos, la familia y al smog, cambié la ropa campechana que la verdad ya me había aburrido un poco y  partí de nuevo, esta vez hacia Tulum donde trabajé y viví por 6 meses. Ahora estoy en Cozumel, empacando de nuevo. 

Antes de Costa Rica, recién terminada la Universidad entré a trabajar a un restaurante "italiano" por mi casa, ahí estuve 8 meses. Me gustaba mucho, hice buenos amigos y me gané con trabajo arduo el respeto y confianza de mis compañeros; cuando les dije que me iba lo aceptaron, pero el último día me tendieron una trampa. Cada cambio de línea ( cada vez que se guardan las cosas del desayuno y se ponen las de la comida y cena) debíamos, además de guardar nuestras salsas y demás enseres desayuneros, lavar el piso. Naturalmente a nadie le gustaba, a mí me daba igual, sudaba a cántaros y lo tomaba como el ejercicio del día (jajaja). Ese día lavamos más tarde de lo común, ya casi a la hora de salir. Yo estaba inmersa en la tarea, jalador en mano, sudando la gota gorda peléandome con el agua. Entonces, veo a Colin (mi mejor amigo del restaurante) y al chef Chantes acercarse a mí de una manera extraña, los mire sin entender lo que decían y de repente PUM. Sendas cubetas de agua hacia mi cara, fue la manera en la que me dijeron adiós. No sólo ellos me mojaron, tras las cubetas se vertieron un sinfín de cacharros repletos de líquido, se me mojó hasta el alma. Me divertí mucho, me encantó su despedida. He  de mencionar que el agua de las dos cubetas estaba tibia, me sentí querida :D ¡¡TIBIA!! Me fui del restaurante en la bici, medio empapada pero con una sonrisa de oreja a oreja, satisfecha porque mi huella en ese lugar fue positiva y agradable, dejé las "puertas abiertas". 

Mi amigo cenotero el Toh
Después, unos días antes del susodicho viaje tico, mi novio y yo hicimos una fiesta de despedida. Invitamos a nuestros amigos y pasamos una velada agradable entre música, bromas, hula hula y cervezas. Nos despedimos de los presentes, nos dieron abrazos y nos desearon suerte. Qué lindo se sintió, de nuevo me sentí querida y afortunada de rodearme de personas tan lindas y con tan buenos deseos hacia mí. 

El tiempo en Campeche pasó lento, tal vez fue porque nuestras jornadas de trabajo empezaban a las 3:30 am y terminaban a las 11 pm 6 veces a la semana, aunque bueno, los sábados empezaban a las 9 y terminaban a las 8 pm... Obviamente no eran jornadas corridas, teníamos unas cuantas horas libres a lo largo del día (aprox. 6), como sea fue lento. Cuando llegó el momento de partir, nos despedimos de la familia con la que convivimos ese tiempo, de los guías y demás personal. "Nos vemos la siguiente temporada". Sonrisas y bromas. No volvimos, no fue nuestra culpa, el "chef" nos nos quería de vuelta, supongo que nos vio como una amenaza a su estable trabajo de 6 años. No lo culpo, se gana muy buen dinero ahí. El tío de mi novio, dueño del campamento, un poco influenciado por su colaborador "de confianza" alegó que no creía posible que nosotros fuésemos a volver pues seguramente ya habríamos encontrado un trabajo estable y bla bla bla.
17 km de ida y lo mismo de vuelta =)

Después vino Tulum, desde el momento en el que vi el departamento en el que íbamos a vivir amé ese lugar; tan hippie, tan pequeño, tan yo. Como ya había dicho, estuve ahí 6 meses. Trabajaba turno de 10 horas en un hotel  todo incluido con mucha afluencia europea, tenía contacto con los huéspedes (preparaba omelletes DELICIOSOS en la minuta, o sea frente al huésped) e hice muchos amigos franceses e italianos. Me encanta trabajar con gente que vacaciona, están generalmente muy relajados y felices. Cada día te cuentan sus aventuras del día anterior y el itinerario de ese. Me encanta decirles qué hay que hacer por la zona y recomendarles lugares de los que después vuelven gustosos. Mis compañeros de trabajo me estimaban, yo tan trabajadora y luchona (jajaja). Cuando me fui me mojaron, esta vez con agua fría. Hubo un chico, Misael, que se ensañó en la tarea de mojarme y repetía "para que no me olvides". No lo olvido, y aunque no me hubiera mojado tanto no lo habría hecho.

Ahora estoy en Cozumel, hoy fui a empaquetar la bici para enviarla de vuelta al D.F.  En ese trabajo, sabían desde el principio que me iba a ir en agosto. Meses antes de que llegara el día empezaron a decir que no me fuera. "Chilanga, no te vayas, ¿ahora a quién vamos a molestar?". "No te vayas, ¿quién me va a enseñar inglés?" "¿Quién nos va a cocinar tan rico como tú?" Y es que no es por nada pero cada que me tocaba la cena de personal los deleitaba con un delicioso manjar, nada del otro mundo, pero me esmeraba para que les gustara"¿A quién le vamos a decir ¡YAA COÑO!?" . El domingo fue mi último día de trabajo, no hubo agua pero sí una pequeña junta y un delicioso budín de regalo  al final del turno. Me dijeron que había sido un placer trabajar conmigo, y que tuviera buen viaje. Sentí bonito. El lunes salimos por unas cervezas, casi todos fueron. Brindamos y cantamos, al final sólo quedamos los de cocina y ya medio ebrios, al despedirnos nos dimos un abrazo, de esos sinceros que te llegan al corazón. 

Amigos y colegas :D
Ayer fui con mi novio a nadar, a despedirnos de esta bella isla en la que vivimos 7 meses. Acababa de salir del agua y estaba parada sobre las rocas cuando mi novió gritó: "¡¡¡Mira, un delfín!!!" Volteé hacia donde me señaló y después de unos instantes se asomó su aleta. "WOOOOOW" qué lindo, el cierre perfecto. De pronto, vemos otra aleta, y de pronto otra. Contamos claramente 4 delfines. A lo lejos veía una lancha de turistas, se acercó a donde estaban los mamíferos y pensé: "Demonios, los va a espantar" pero no, ahí seguían. De pronto uno saltó. Grité (y lloré, claro) muy fuerte. Estábamos en el lugar indicado en el momento justo. Estaba tan feliz, tan maravillada; en la primaria expuse varias veces de los delfines, siempre han sido de mis animales favoritos en el mundo y verlos así fue hermoso. Seguimos mirando cuando PUM dos delfines saltaron, eran madre y cría, estaba tan pequeño y tan hermoso. Fueron en total 3 saltos, todos me emocionaron igual. Al final se fueron alejando y perdiéndose en el horizonte. Creemos que al menos había 10 delfines en el grupo. Los mosquitos se hicieron presentes y me sacaron de éxtasis en el que me encontraba. Nos fuimos hacia la casa comentando el incidente. Qué hermosa despedida me ha dado Cozumel. 

Me voy de nuevo, tengo mis cosas casi listas. Mi corazón se va contento y más lleno de lo que llegó. Con el paso del tiempo voy guardando personas y momentos ahí, cosas que me cambian, que me enriquecen y forman parte de mí. Ahora me espera una nueva aventura en el Viejo Continente. Estoy lista para lo que sigue. 



canción recomendada: Las golondrinas :D  va muy bien porque me voy y además Cozumel significa lugar de Golindrinas.